Ángeles y demonios
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La Iglesia Católica vive días negros. Como siempre. En su seno conviven ángeles y demonios. Se mueven sus jerarcas entre amenazas, odios y también, reconocimientos por parte de una sociedad que busca desesperadamente asideros, tótems, líderes en todos los aspectos del abanico social. Es como creer y buscar a Dios. Los humanos necesitan a Dios, por eso se han inventado más de 2750 dioses alrededor del mundo los cuales hoy, siguen venerándose. El Dios cristiano es uno más, así de sencillo.
Y los que se jactan de hablar con él por medio de celular, Whatsapp o de plano, mantienen en “tiempo real” animadas charlas, son los llamados padres, los sacerdotes de la Iglesia Católica. Y su sede central en la Ciudad de México, el pasado martes 25 de julio se cimbró. Un artefacto explosivo estalló en las puertas del Episcopado Mexicano (CEM) en la Delegación Gustavo A. Madero. Al momento de redactar esta nota, siguen las investigaciones para esclarecer los hechos.
Pero saltan a la vista varios datos: la Secretaría de Gobernación amén de condenar los hechos, advirtió de que era un “mensaje de odio”. Sin duda. Se habla de que dentro de la Iglesia Católica hay alrededor de 14 mil sacerdotes pederastas en México. Alrededor del 30% del total de presbíteros activos. El ejemplo que ha sido citado en todo el mundo es el de Marcial Maciel, fundador de Los Legionarios de Cristo (con sorna e ironía la sociedad les llama “Los Millonarios de Cristo”).
A últimas fechas se ha pedido el enjuiciamiento del cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo primado de México. La PGR ha admitido recientemente una denuncia en su contra. Una, de decenas que se le han enderezado. En este ambiente enrarecido, el artefacto que estalló nos da una idea del odio y venganza que late en el ambiente en contra de los enviados de Dios en la tierra (al menos ellos así se lo han tomado; es decir, se han “agandallado” este papel. Y la ingenua sociedad que les cree, pero en fin, la gente necesita ser guiada, son como niños los cuales no pueden decidir por sí mismos, son menores de edad).
Quien ha documentado a estos lobos vestidos con sotanas, quien ha documentado profusamente a estos depredadores de niños, ha sido una periodista, SanJuana Martínez, quien ha dicho puntualmente en entrevistas: “No podemos hablar en pasado, los sacerdotes pederastas siguen siendo ocultados, protegidos y encubiertos y lo hacen por la razón más antigua del mundo, que es el dinero.” Y lo dijo un poeta en sus versos (Francisco de Quevedo), no un politólogo, “Poderoso caballero es don dinero.”
Esquina-bajan
¿Siempre ha sido así? Parte sí y parte no. Como es un ser humano en sociedad: con sus contradicciones, yerros y aciertos, hay semillas y frutos podridos, a la par de frutos garbosos, enteros y duros. ¿Qué sería de nosotros los mexicanos sin figuras altas y legendarias como los curas Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón, Mariano Matamoros, Melchor de Talamantes, Servando Teresa de Mier y claro, el padre de todos ellos, el amo y señor del federalismo, Miguel Ramos Arizpe? Pero hoy también, hay curas que se erigen con gallardía y están de pie (o estaban), como Samuel Ruiz en Chiapas, el poeta Ernesto Cardenal en Nicaragua, el inconmensurable Monseñor Romero. Y aquí entre nosotros, el maestro que pregonaba con voz de trueno, el viejo gruñón de don Antonio Usabiaga.
Sin duda, este es el sexenio de la muerte, tanto para periodistas y escritores, como para curas, sacerdotes. En el actual sexenio van 19 muertes de presbíteros. Bien no les ha ido por todo lo que se arrastra, como lo vimos líneas arriba. El último en caer, fue el sacerdote Miguel Ángel Machorro, que fue herido a puñaladas el pasado 15 de mayo después de terminar misa en al Catedral metropolitana en la bella Ciudad de México. Hace días, se dio a conocer que cayó en muerte cerebral, luego se le despidió con una misa y fue sepultado en su natal Puebla.
“Guardos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.” Mateo 7:15. Los sacerdotes deberían de poner en práctica aquello que leen diario desde sus púlpitos. Incluyendo a su majestad, su alteza serenísima, a quien hay que quemarle incienso con pompa, boato y te deum, el monje mediático de Raúl Vera López. ¿Alguien cree el día de hoy en los sacerdotes católicos? Eso del celibato ya debería de eliminarse, pero la Iglesia está enmohecida y apolillada. En la Biblia no hay ni un solo verso que prohíba el casorio de los ministros de culto. Vaya, si hasta el soltero más codiciado de su tiempo, el maestro Jesucristo, anduvo con la guapa de la Magdalena, ¿Por qué no habrían de tener esposa los sacerdotes católicos? En fin, pobre gente reprimida.
Letras minúsculas
“El salario que el pecado paga es muerte…” Romanos 6:23. Caramba, ni los mismos sacerdotes se asustan de lo que enseñan y que en teoría, dijo Dios. Puf.