Cicatrizar Coahuila
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El pasado martes la política dividió a los coahuilenses en dos bandos que tomaron por asalto avenidas y plazas de distintas ciudades. Mientras marchaban, miles de blancas palomas revoloteaban colmadas de incredulidad, obscuridad y desesperación.
Mientras unos gritaban consignas contra el “fraude” priísta; los otros, defendían “el triunfo” del PRI. Y Coahuila sufría
LOS UNOS
Son de clase media y alta. Configuran el bastión tradicional y conservador del PAN. Defienden valores como la honestidad, la dignidad y la justicia.
Durante los últimos 12 años han cultivado, de manera justificada, un descontento contra el llamado “Moreirato”; por desconocer el origen y destino de “la megadeuda” y de las empresas “fantasmas”. Amén de rechazar la continuidad del sello Moreira en la persona de Miguel Riquelme.
Esta furia acumulada provocó un fanatismo basado, muchas veces, en certezas no validadas que provienen de redes sociales –fácilmente manipulables– pláticas informales con familiares y amigos y, de manera ocasional, de noticieros y periódicos.
De esas “verdades” emerge un odio visceral e irracional contra “el moreirato”, y un desprecio por “los otros”, es decir, las clases populares que apoyan al PRI a quienes llaman “comelonches” o “muertos de hambre”. Los culpan por ser el soporte de gobiernos priístas.
En “los unos” existe un tufo de superioridad moral y política respecto a “los otros”.
LOS OTROS
Provienen de clases populares y forman la estructura clientelar del PRI (o del partido en el poder).
Sus valores quedan supeditados a la sobrevivencia diaria en condiciones límite. Por ello, privilegian el trabajo que genera el sustento de cada día y su seguridad personal, familiar y patrimonial. En las contiendas electorales defienden su derecho a sobrevivir bajo la doctrina del PRI.