¿A dónde vamos? (2)
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Con inusitada frialdad el texto aquí generosamente publicado el pasado lunes 21 de marzo se cumplió a la letra. No hace falta tener una bola de cristal a la mano, menos echar las cartas ni ver la constelación de los astros en la noche para adivinar el futuro. Lectores atentos como usted que me hace favor de leerme, comentaron harto el texto donde preguntaba, como en esta columna, a dónde vamos con las autoridades miopes que tenemos. Pues no, no hay futuro, no hay visión de Estado, no hay visión a largo plazo.
Se prohíbe “maltratar” a toros de lida y gallos de pelea, los cuales están cebados para el combate, pero no hay atención a niñas embarazadas. Se va a prohibir el escuchar “narcocorridos” en los bares y cantinas mexicanas, pero los domingos y en el paseo dominical de los perros, todo mundo trae feroces mastines y muchos de ellos, sin correa ni bozal puesto (hay un niño muerto y otros ataques de pitbull en el Estado). Se prohíbe a menores de edad casarse, pero ninguna Secretaría de Estado (Salud, DIF, de la Juventud, etcétera) educa ni da seguimiento a los ingentes casos de menores embarazadas.
El texto aquí publicado donde alertaba de ello el lunes 21 de marzo se cumplía el martes 22: a ocho columnas VANGUARDIA daba la triste noticia de una menor de apenas 12 años la cual estaba embarazada por un familiar cercano y por estos días, creo, tuvo a su bebé. La infanta tiene una discapacidad (algo parecido al Síndrome de Down) lo cual agrava la agresión y si usted no se enteró, hoy se lo digo: el 22 de marzo se celebró el 11 aniversario del “Día Mundial del Síndrome de Down”.
Caray, qué manera de celebrar en Saltillo el aniversario. Lo mantengo: está de la chingada la vida en el Estado. Nada funciona.
Sale más barato y hacen menos daño a la vida pública, si Diputados locales como Verónica Martínez o Javier Díaz se quedan dormidos en sus curules o se van a una boda a la playa -como cada fin de semana lo hacen- a que levanten el dedo para votar y autorizar leyes que nos tienen bien jodidos.
Prohibir casarse a menores de edad no ha solucionado nada por un motivo: los adolescentes no quieren casarse, sólo quieren practicar el sexo, como en la Escuela “Federico Berrueto”. Y como no tienen educación en materia de salud sexual, pues se embarazan con más frecuencia que en otras partes de la República, porque aquí nadie les hace caso ni hay campañas de prevención. Sandra Naal, avispada reportera de esta casa editora, ha documentado al menos cuatro casos de niñas embarazadas en el 2015 en Coahuila. Pero, caramba, es lo que se conoce y ha trascendido a la opinión pública.
Esquina-bajan
¿Cuántos casos se han mantenido ocultos por aquello de tapar las apariencias? Han de ser decenas, ni lo dudo. Dos niñas de apenas 11 años se han embarazado (junio y diciembre de 2015). En este año, de un total de 60 mil 214 embarazos documentados, 11 mil 832 fueron menores de edad. Un ruidoso 19.6%. Leña al fuego. Niñas cuidando niños. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en 2015 México ocupó el primer lugar en embarazo en menores de 18 años, con mil 252 partos diarios o un embarazo por minuto en niñas desde 10 años hasta adolescentes. En 2014 uno de cada seis niñas y niños tenía como madre a una niña, adolescente o joven, que al momento de parto contaba con menos de 19 años.
Hay una mamada que se llama a nivel nacional “Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo Adolescente”, la cual, como las leyes del Congreso local, son perfectas en el papel, pero nadie las lee y menos se cumplen. En 2013, el 83.9% del total de egresos hospitalarios en adolescentes de 15 a 19 años tuvo que ver con embarazo, parto y/o recuperación postparto, según datos de la OCDE. Avanzamos, las principales razones de mortalidad materna entre las adolescentes son precisamente el embarazo, el parto o el post-parto. Sandra Naal documentó la infausta muerte de Rocío, una niña de 14 años, la cual dio a luz prematuramente en Ciudad Acuña.
66.6 de cada 100 mil niñas o niños nacidos vivos tienen madres de entre los 10 a 14 años y, 34.4, madres entre los 15 a 19 años de edad. Si las niñas y adolescentes vieran con sus ojos un futuro prometedor (viajes, playas, autos, estudios, buena ropa, una casa mamalona y un largo etcétera) en su vida de adultos (25 años en adelante), no dude usted que se reservarían para ello y se cuidarían de un embarazo. Pero, como no hay futuro y ellos lo ven en su entorno (familia jodida, padres trabajando de sol a sol con pinchurrientos salarios, muchos ni siquiera tienen plata para ir a Monterrey…), sólo queda un placer: el de la carne. Coger sin prisa y sin pausa.
Letras minúsculas
¿Por qué están dormidos en sus curules diputados como Javier Díaz y Verónica Martínez? Porque sueñan con un Coahuila mejor… pinche vida.