Frenando al Bronco
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La raza, que paga y manda, ahora demanda. La raza rechifla, pero don Bronco no oye, por leer a sus incondicionales en Facebook. Primer gobernante víctima del “enredado social”. Se puede decir que se subió a su nube electrónica y se nos perdió en el ciberespacio.
Advierto que uno a uno los editorialistas en este periódico empezamos a criticarlo. Yo creo que JHRC cumplió su misión de destronar al PAN y al PRI, pero de allí no pasó, ni pasará. Mantiene eso si su valor grillesco para Adela Micha, Denise Maerker, Ciro Gómez Leyva y otros periodistas nacionales.
En Nuevo León, el tiempo se acabó. El panorama se complica más cada día. Inicia con la falta de seguridad, pasando por una justicia cada día más errática y se confirma con la nula obra pública. Los chismes sobre cobros y moches un horror.
El “chip nuevo” de Rodríguez Calderón resultó ser un Intel 8088, demasiado primitivo para las velocidades de cambio que caracterizan la segunda década del tercer milenio. Ante la inoperancia del chip, y ya bajo presión Jaime Rodríguez regresa a los modos y estilos aprendidos durante 30 años de priísta. Negar la realidad, atacar los medios y responder con comicidad ranchera.
La transformación milagrosa simplemente no progresó y Nuevo León está atorado, empantanado. Mucha raza culpa de ello a “don FRenando Elizondo”, juego de letras con el que sintetizan la problemática.
Resulta sano que el vice-gobernador y mandamás financiero, alias “don Frenando”, sea quien controle la lana. Dado el estilo de El Bronco de actuar impulsivamente, si no fuera por eso ya se hubieran gastado otro tanto del presupuesto en proyectos faraónicos, cobijas caras o millones de despensas.
Sin embargo, el Gobierno puede hacer mucho sin gastar toneladas de dinero. Puede ser un organizador, un promotor de obras de cooperación, un gestor de créditos que la gente pagará. Por pasársela frenando al Bronco, Elizondo carece de energía para pugnar por esta solución.
Jaime necesita hacer obra, dicen sus amigos, si acaso quiere contender seriamente a la presidencia de México. No sólo no hay obra, ni siquiera proyectos viables. Las decisiones que no se tomaron en la transición ya no se pueden improvisar.
Pero como Jaime trae prisa, prefiere irse directo a la gira artística que organizar el quehacer del Estado. Un Estado frenado es un candidato fracasado. Francamente está ya apostando al milagro. ¿Espera capitalizar el descontento con los partidos y el miedo a AMLO? No logro entender qué pasa en la cabeza del primer gobernador independiente.
La combinación Rodriguez-Elizondo no funcionó. Es perder-perder para ambos. Jaime le confía las finanzas y se cree eso de apostarle a cobrar la tenencia. ¿Y la palabra del Góber y el mandato recibido en qué queda? En disgusto.
Quizá no sea mala idea de que Jaime se vaya a la gira presidencial. Sería una manera eficaz de acortar un sexenio que nació chiquito y se quedó así. Nada de pedir licencia. Que se la juegue en serio, renunciando. Con todos sus defectos, prefiero al Bronco que a Andrés o Margarita.
La alternativa heroica es que de las cenizas y el chamusque del primer año, surja un nuevo Bronco, más audaz, vigoroso y creativo. Otra promesa de cambio como la previa, pero aumentada para que pegue mejor. A como está la nación, todo se vale.
El Bronco tiene máximo hasta principios de enero para repensar su actuación al frente de la gubernatura. Claro que hay soluciones, pero no puede seguir frenado. Tiene que hacer una reestructuración mayor a su gabinete. Luego publicitar que hubo “presiones de los empresarios” sin decir cuáles, que lo frenaron e inventar toda una narrativa de víctima.
Eso le aconsejo. Cambio de programa, “para salvar a Nuevo León y a México”. Al Bronco frenado le queda una última bala de plata. Romper el bozal y correr a todo galope hacia un destino de gloria sin fin. Como dice Nike: “Just do it”.
javierlivas@prodigy.net.mx