Indigente pide dinero en cruceros de SLP para poder comprarse una casa
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A los diez años el fuego le marcó la cara, quemaduras le modificaron los rasgos; el incendio según él, fue “culpa de la abuela”. Desde entonces pide dinero en los cruceros y las avenidas. Aunque no lo diga, su acento lo delata, es de Chihuahua. Tiene 28 y llegó hace poco a San Luis porque su hermano lo corrió de su casa
Ciudad de México.- La casa que José quiere tiene una puerta eléctrica y una cochera para dos carros. No sabe en qué colonia puede estar, básicamente porque todavía no la puede comprar: la vio en una revista que compró en un Oxxo. Cuesta 543 mil 242.57 pesos y hasta ayer había recaudado 200. Por mientras, duerme debajo de un puente en las Lomas.
A los diez años el fuego le marcó la cara, quemaduras le modificaron los rasgos; el incendio según él, fue “culpa de la abuela”. Desde entonces pide dinero en los cruceros y las avenidas. Aunque no lo diga, su acento lo delata, es de Chihuahua. Tiene 28 y llegó hace poco a San Luis porque su hermano lo corrió de su casa.
Un día entró a un Oxxo exclusivamente a comprar una revista de casas, ahí vio la que quiere y se enamoró de ella. José, o Pedrito Fernández (como prefiere que le digan), cubierto con doble sudadera, gorra y lentes oscuros, parado en medio del Periférico sobre un tope, sostiene con ambas manos una lona donde se lee: “Necesito comprarme una casa. Ya no quiero vivir abajo de los puentes. Me puedes ayudar a comprarla? Con lo que puedas $543, 242.57”.
Ya nada más le faltan 543 mil 42 pesos para lograr su meta. No todo lo que recauda va para el fondo de la casa, las monedas son para la comida. “Si me dan puro cambio, eso va a ser para comer; si me dan billetes, ya no voy a gastarme los billetes; por decir, si tú me das 500 pesos, eso ya no me lo voy a comer”. Luego de separar las ganancias, el dinero para la casa lo guarda en sus zapatos.
Cuando le preguntamos si no piensa trabajar, cuenta: “No tengo nada, los papeles se quemaron cuando tenía diez años; neto, se quemaron; la casa se hizo nada por culpa de la abuela, y ahora el hermano me corrió de la casa”.
A Pedrito Fernández le gustó San Luis porque aquí las personas no son “tacañas”. Si no logra comprar su casa en esta ciudad, planea irse a Veracruz, porque también le gustaría vivir en frente del mar.