Mirador 06/04/17
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Mi padre, excelente cazador, nos enseñó a mis hermanos y a mí a tener cuidado en el manejo de los rifles. Nos decía: “Las armas el diablo las carga, y se vuelven muy peligrosas cuando un pendejo las descarga”.
Mal manejado, un vehículo se vuelve también peligrosísima arma. En los últimos días hemos sabido de accidentes fatales provocados por la imprudencia de conductores a los que se puede aplicar el sonoro calificativo que don Mariano empleaba.
Cada vez con mayor frecuencia vemos a personas que van chateando, texteando o usando su teléfono celular al mismo tiempo que manejan. Hacer eso es supina irresponsabilidad. Igualmente en tiempo de vacaciones –se acercan ya esos días— no faltan conductores que provocan desgracias, y las sufren ellos mismos, por causa del alcohol.
Los automóviles pueden ser armas mortales. Llevemos en la memoria la ominosa pero certera frase que amonesta: “Después de un accidente grave ya nada es igual”.
¡Hasta mañana!...