Mirador 12/06/17
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–¡Que viene el pastor, que viene el pastor!
Todos los lobos corrían a defenderse, pero el pastor no venía. El lobo los había engañado.
En adelante ya nadie le creyó al lobo. Era un mentiroso.
Cierto día el lobo engañador volvió a gritar:
–¡Que viene el pastor, que viene el pastor!
Los lobos no se movieron: ya estaban acostumbrados a las mentiras de aquel lobo. Pero ese día sí llegó el pastor, y los molió a todos a palos.
El autor de esta pequeña fábula no gusta de las moralejas. Pero una cosa ha aprendido: las moralejas son inevitables. La de este cuentecillo es la siguiente: hay veces que los mentirosos dicen la verdad.
¡Hasta mañana!...