Mohamed desafía un clima adverso
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Mohamed dice estar contento por este arranque de Rayados; los aficionados no tanto. La realidad es que la única evolución que se ve y no se discute es lo que trasmite la gente, que le ha sumado chiflidos a sus naturales abucheos para darle más fuerza a su descontento.
De acuerdo al sentir popular, el técnico es el primer reprobado. La tribuna se lo hizo saber de entrada, antes y después del triunfo ante Veracruz. El resultado fue apenas un accesorio dentro de un ambiente adverso, tenso y mucho menos tolerante.
Puede que Mohamed tenga razón al argumentar su discurso optimista. Dos partidos, cuatro puntos y cero goles en contra. Los números le cierran para sobrevivir.
Sin embargo, lo que para cualquier equipo de talla corta sería un logro incuestionable, para quienes quieren ver a un Rayados poderoso no lo es. Los aficionados reclaman buen futbol y dentro de la subjetividad con que se mire, también tienen razón.
Los seguidores albiazules se han dado cuenta que el equipo de Mohamed es una extensión de las pálidas exhibiciones que ha tenido en los últimos semestres, —más allá de la productividad— y aquí radica el hartazgo.
No es por un partido, sino por una serie de fracasos. No ven el presente, sino la historia del DT en el club y su poca influencia en el juego. No se identifican.
Rayados no tiene un sentido colectivo que encandile. Tiene muy buenos jugadores que pueden ser determinantes, como el sábado lo fue Pabón. Esa es la diferencia.
Aparte, Mohamed dice mucho y prueba poco. Hoy insiste en que tiene el mejor plantel de todos los que ha tenido hasta ahora en Rayados, aunque por lo que se ve no ha cambiado mucho. En cada semestre dice “evolucionar”, pero lo que engorda es la nómina, no el volumen futbolístico.
También Mohamed intenta dispersar las objeciones que los aficionados le hacen a su cuestionada tarea igualmente con un cuestionado discurso.
Culpa a los medios de predisponer a la masa de seguidores y condicionar su mirada hacia el equipo partiendo desde un juicio negativo. Cuando menos, su percepción está alterada y cae en contradicciones.
El sábado, cuando un reportero le preguntó sobre qué opinaba que Rayados, con todo y su poderío, no había manifestado superioridad ante Morelia y Veracruz, rivales de clase media, el DT se “calentó”.
Respondió que un periodista no debe menospreciar a los equipos porque con esas comparaciones se genera una opinión intencionada en la gente. Acto seguido, se levantó y se fue.
Lo que no advierte Mohamed es que él también menosprecia y ofende el criterio de los aficionados cuando dice que estos son influenciados por la prensa y que por eso le chiflan.
La tribuna no es miope y los periodistas preguntan e informan sobre lo que se ve, y no sobre lo que les cuentan. Si Rayados jugara a la altura de lo prometido, seguramente Mohamed no tendría que estar metido en estas broncas que, por razones obvias, se ha comprado.