Orden contra desorden
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El orden y el desorden son dos extremos en una misma escala. Sin embargo, el desorden lleva la ventaja. El orden necesita de energía e información para prevalecer. Ambas cuestan.
La tendencia natural es hacia el desorden. Si dejamos de respirar tan sólo tres minutos, el desorden se apodera de nuestro cuerpo y se desintegra la vida.
Mantenerse vivo requiere alimentos, requiere protección, requiere información oportuna. Por ello la vida cuesta, no es gratis. Por lo mismo, es más fácil criticar que construir. Es más fácil destruir que crear.
La información está del lado de las fuerzas del orden; y la mentira y las noticias no verificadas contribuyen al desorden. Hay que reconocer que el orden de unos es el desorden de otros. Un empleado se desordena para servir a su jefe. Para compensarlo, el dinero del jefe le permite volverse a reordenar, comer, descansar.
El ciclo de vida es la lucha constante del orden contra el desorden.
Desgraciadamente, nuestros gobernantes tienen ideas muy equivocadas al respecto. Creen que porque usan computadoras ya están generando orden. Al contrario, las computadoras del lado equivocado de la ecuación de control generan desorden a una mucho mayor velocidad.
Debo volver al tema del SAT que cree, equivocadamente, que es su misión llevar toda la contabilidad de todas las empresas del País en línea. El SAT se “ordena”, sí, pero desordena a los empresarios que se ven incapaces de competir contra otros países con Gobiernos menos estorbosos y gravosos.
El problema es que están tan embelesados de su software invasor que descubriremos el error tardíamente, cuando todo México quede en ruina. La resistencia a devolver el IVA es otro ejemplo de desorden asfixiante para el causante.
Entre más requisitos exigen en el SAT, más trabajo gratis extraen del empresario. Hasta que maten la planta productiva. Me recuerda el cuento del caballo del ranchero, que se le murió precisamente cuando, según él, estaba aprendiendo a no comer.
La segunda ley de la termodinámica es la que dice que en un sistema cerrado la tendencia es hacia la uniformidad, o sea el caos. El café se enfría, el hielo se derrite. La gente se harta hasta llegar a un punto de ebullición. Lástima que los mexicanos aguantan tanto, porque tratan de componer las cosas cuando ya es demasiado tarde.
En el Tratado de Libre Comercio, el orden de EU es el desorden de los mexicanos y viceversa. Hay que encontrar un equilibrio, pero con políticos corruptos en los controles, quedamos en posición de debilidad. El ataque al futbolista y al cantante acalambró a más de uno.
Parte del desorden de México es la resistencia a hacer la tarea completa, bien hecha y a tiempo. Hacer las cosas bien requiere conocimiento, planeación, dedicación y estar dispuesto a aprender rápidamente para componer errores inevitables.
Los terroristas en Barcelona generan desorden extremo en la forma de muertos y heridos. Sacuden a Europa y le apuestan a hacerse las víctimas para reclutar más adeptos. Hasta en eso las leyes del orden se aplican.
Orden y desorden son lo mismo que información y ruido. El internet lo estamos llenando de ruido, de mensajes triviales. Qué desperdicio. No digo que se reglamente, sino que la gente se haga consciente del recurso que está desperdiciando. En vez de fuente de conocimiento, se convierte en vehículo para el entretenimiento enfermizo.
Orden y desorden tienen su paralelo en el cielo e infierno. Esto lo digo para quienes actualmente creen que todo se vale, que cada quien puede hacer y pensar lo que le da la gana. Siempre habrá bien y siempre habrá el mal. Si no sabes de qué lado estás, piensa en términos de orden y desorden.
javierlivas@prodigy.net.mx