Prisiones, una radiografía que preocupa
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Esta semana, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) presentó una encuesta con presos que esperan o que ya purgan sentencias actualmente, y en donde se retrata una realidad preocupante sobre el sistema penitenciario.
Según los testimonios recopilados por el instituto, Coahuila es el tercer estado con mayor porcentaje de jóvenes dentro de su población en cárceles.
El 17.8 por ciento de los reos tiene una edad entre 18 y 24 años. Como lo dice la organización México Social, estos jóvenes entran a una realidad, de la cual deberían ser rescatados por parte de las autoridades y la sociedad.
Es cierto, algunos de ellos habrán cometido ilícitos graves, pero según la tendencia que se ha visto en otros estudios, la gran mayoría de los presos en México es por delitos menores.
¿Qué tan benéfico puede resultar para un joven de 18 años entrar a una prisión?, ¿Pasar años en una cárcel logrará que se reinserte a la sociedad como una mejor persona o tomará “clases” con gente con mayor bagaje en el mundo del hampa?
La respuesta no parece difícil de encontrar.
Mario Luis Fuentes, director de México Social e investigador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM considera que “se trata de jóvenes que están condenados a una vida de estigma y discriminación, de desempleo y pobreza. Urge transformar nuestra realidad y rescatarlos”.
La crisis en el sistema penitenciario mexicano es profunda. Las noticias en torno a hechos violentos en un considerable número de prisiones ha sido un tema repetitivo en los últimos años.
La falta de capacidad de las autoridades en muchas de estas cárceles –vale la pena apuntar que Coahuila ha sido de las entidades que mejores calificaciones han obtenido recientemente en este rubro- ha llevado a que de facto los reos sean quienes controlen la mayoría de estas cárceles.
La encuesta de Inegi retrata otros panópticos de esta realidad penitenciaria.
Por ejemplo, en Coahuila cerca del 30 por ciento de los reos señala haber recibido amenazas o intimidaciones para aceptar su culpabilidad en delitos que se le imputa. Uno de cada cinco reclusos sostiene haber sido víctima de actos de corrupción en su proceso.
Estas cifras, por supuesto, no son privativas de Coahuila. En todo México —en algunos estados con mayor vigor— se repiten estos patrones que llevan a analizar qué hacer con las cárceles.
Hasta ahora, no ha habido un cambio diametral en el País que lleve a tener un sistema penitenciario de readaptación que haga exactamente eso: readaptar a una persona que cometa un delito.