"San Juan de la Vaquería" El vino de casa

Habla apenas con un hilo de voz. Tal vez y sólo tal vez, porque es un norteño. Para mayores señas, saltillense. Saltillense de linaje escogido. Y como somos norteños, habitantes de esta orden del sol donde el desierto es una bendición y una condena y sin contradicción de por medio. Imagino por esto, a don Gerardo Aguirre Flores (Saltillo, Coahuila, 1955) las palabras le nacen desde el fondo de su alma, tardan tiempo en florecer y en ser pronunciadas. Pero, cuando afloran y se multiplican en la charla y tertulia la cual hoy tenemos, son relámpagos en día nublado, rayos de una espada flamígera iluminando el crepúsculo. Lo había saludado en dos o tres ocasiones. Me lo había presentado el chef Juan Ramón Cárdenas. Hasta allí. Sí, es Francisco Gerardo Aguirre, el agricultor y hoy viticultor y padre del caldo “San Juan de la Vaquería”, vino tinto mono varietal con la uva Cabernet Sauvignon, el cual lleva como apellido el muy nuestro “Vino de casa.”

La uva, su cultivo, crianza y cuidado es precisamente del Valle de Derramadero, en San Juan de la Vaquería, con una altura de 1850 metros sobre el nivel del mar, lo cual ha hecho de esta uva y cepa, algo único y distintivo en el paladar (no tan dura ni fuerte como es su costumbre y herencia). Uva ancilada en la tierra de Saltillo. Por algo, don José Milmo de la coahuilense Casa Madero decía en su momento de la necesidad de tener este hogar (la casa del vino más antigua de América) obligadamente a la redonda a sus vecinos, pares, a sus primos; lo cual él denominó, “El terruño del vino.” El sueño se cristalizó. “San Juan de la Vaquería”, vino tinto de altura, se cultiva en los viñedos del Valle de Derramadero de don Gerardo Aguirre y los procesos de elaboración, ensamble y crianza en barricas de roble fino, se realizan bajo la supervisión y participación de los enólogos de Casa Madero.

El matrimonio y colaboración ha funcionado tan bien al día de hoy, lo cual se ejemplifica con lo siguiente: de la cosecha en venta en este año, ya no hay botellas disponibles en el mercado. Lo anterior es la cosecha 2014, lo cual usted lo sabe, el caldo tiene un año de añejamiento en la barrica y uno en la botella. Botella sueltas desperdigadas aquí y allá, pero en bodega, nada. El caldo se acabó. Agricultor por más de 40 años, a don Gerardo y de entrada, es necesario escucharle su voz en susurros, como un viento del norte preñado de lejanías.

Ya luego, avanzando en la charla, en la tertulia y en las vocales, su voz se hace fina y diáfana, obliga a oírle con atención por el cúmulo de experiencias atesoradas en días, semanas, años de ver en cada surco de la tierra, escudriñar la tempestad en las nubes y tal vez, renegar del sol jurado el cual martiriza la piel y el esqueleto. Don Gerardo cultivó todo lo cultivable lo cual se puede dar por estos lares: papa, tomate, chile… para ya luego, desembocar en lo muy nuestro, los nogales. La maravillosa nuez. Pero, por insistencia de don José Milmo, inició con pocas hectáreas en el cultivo de la vid, allá en inicios del nuevo milenio. En 2008 recogió su primera cosecha. En el 2010 ya tenía en mano y copa el primer caldo debidamente ensamblado. Así nació el vino tinto “San Juan de la Vaquería.” De la uva Cabernet Sauvignon.

Todo esto lo sé a detalle por señal y voz de don Gerardo, el cual me lo ha contado lentamente, como se desgrana una mazorca entre las manos; todo, en una tarde la cual se volvió noche. Ya luego, la noche se volvió oscura y cerrada. El causante fue el chef Juan Ramón Cárdenas quien propició el grato encuentro/entrevista en su mítico “Don Artemio.” Se abrió la botella, la nueva cosecha cultivada en el 2015 (comercialización en un mes más, aproximadamente) y de la cual, como cábala, don Gerardo siempre lleva la primogénita a descorchar con Juan Ramón. Pues sí, se descorchó… un deslumbramiento para los sentidos…