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El PRI está más vivo que nunca. Ciertamente tocaron el fondo como nunca antes. Los índices de impopularidad presidencial tocaron el sótano. Una enorme mayoría desea que pierdan el poder en las elecciones de 2018.
Somos mayoría los que queremos el fortalecimiento de la democracia en toda la extensión de la palabra y el cambio de régimen que ese fortalecimiento exige. Pese a ello, el PRI puede ganar el 2018 sin el apoyo mayoritario de los mexicanos. De hecho, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto tampoco lo obtuvieron. “Divide y vencerás”, prescribe una muy antigua estrategia para conquistar o retener el poder.
El PRI ya lo logró en el Estado de México. En 2018 lo intentarán en el País entero. Con ese “divide y vencerás” estará el “voto útil”, una constante en las elecciones presidenciales mexicanas. El voto útil sirvió en el 2000 para sacar al PRI de Los Pinos, en 2006 y 2012 para impedir el triunfo de López Obrador.
En el 2018, AMLO será una vez más el contendiente a debilitar. ¿Quién cosechará el voto útil?, ¿Será suficiente para frenar a AMLO, que ya parece imparable?
Hace algunos meses, cuando la “popularidad” de Peña Nieto apenas llegaba al 15%, muchos dimos por muerto al PRI. Nos ganaron las ansias. Hoy en día, buenas y las malas noticias llegan y se van en un abrir y cerrar de ojos. Para bien o para mal la nota sólo dura unas horas. Ya no es necesario esperar al viernes para dar por muerta una mala nota.
Basta que pasen unas horas para que los errores, con poco de suerte, sean relegados por las tonterías que otros cometan.
“Haiga sido como haiga sido”, diría Calderón, el PRI logró conservar el Estado de México, “Joya de la Corona”, nido del grupo Atlacomulco y cuna de EPN.
Bien que mal, el PRI tocó fondo y cuando eso sucede lo único que queda es subir. Quedan muchos meses para que se recupere. Sólo deberá recuperar su voto duro y un poco más. La meta se ubica al rededor del 20 por ciento; lo demás es cuestión de dividir y torpedear al adversario para consolidarse como la mejor y más viable opción para detener a AMLO.
El PRI ya empezó a recuperar su base. Les tomará tiempo, deberán negociar con astucia de puertas adentro y apoyar al precandidato que represente y cubra el espectro de centro derecha. Es lo que hay, pretender rebasar a López Obrador por la izquierda les será imposible.
Esa labor interna se complementará con dos sucesos externos que ya se están configurando:
1.- El surgimiento de candidatos independientes de centro derecha y de izquierda liberal. Pedro Ferriz de Con y Armando Ríos Píter, respectivamente. Cada uno conseguirá alrededor de un 5 por ciento en detrimento del PAN y el PRD; quizá le hagan cosquillas a Morena. Ése papel lo jugó Juan Zepeda en el Estado de México. Su 7% bastó para desplomar al PAN y para que Morena quedara por debajo del PRI.
2.- Torpedear al llamado Frente Amplio Opositor y apostar a que prevalezca en el PAN la división y el encono, algo que los panistas saben hacer con gran entusiasmo. No sería raro que el calderonismo, hoy Zavalismo, termine negociando con el PRI para desplomar a sus dos enemigos principales: Ricardo Anaya, Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya, seguramente, haría eso mismo.
Unidad a toda costa e intensa negociación interna. Nada nuevo en el PRI. Gracias a su cultura profundamente antidemocrática logra acuerdos y consensos. El surgimiento de independientes que dispersen el voto opositor y la prevalencia del divisionismo en PAN y PRD, he ahí tres prerrequisitos para un PRI resucitado, que está de regreso y hará cuanto sea necesario por conservar el poder. La única posibilidad de detenerlo es, quizá, un triunfo inobjetable de López Obrador.
Twitter: @chuyramirezr
Facebook: Chuy Ramírez